perros y gatos
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Perros y gatos, ¿realmente se llevan bien?

¿Quién no ha escuchado que perros y gatos se llevan a matar? Pues mira, no es tan blanco o negro como lo pintan.

Yo he visto más de una pareja perro-gato dormir acurrucados, y también alguna mirada asesina tras un sofá.

La clave está en cómo haces la presentación y cómo gestionas esa convivencia perro y gato desde el principio.

Que se toleren (o incluso se quieran) no depende del destino, sino de lo que tú hagas en casa.

A lo largo del artículo que hoy te lanzo desde Corralet, te voy a contar lo que realmente funciona cuando metes un gato en territorio canino (o al revés), qué fallos debes evitar y por qué los perros y los gatos pueden ser compañeros perfectos… si tú les das el empujón adecuado.

¿Es verdad que los perros y gatos se odian?

Vale, lo de que perros y gatos se llevan fatal lo hemos oído mil veces. En dibujos animados, pelis, memes y hasta en la típica frase de “son como el perro y el gato”.

Pero te digo una cosa: esa guerra no siempre es real. Muchas veces, lo que hay detrás no es odio, sino malentendidos entre especies que, con un poco de ayuda, pueden llevarse incluso mejor que dos colegas de toda la vida.

Si estás pensando en convivir con ambos y no sabes por dónde empezar, quédate, que esto te interesa.

como hacer que un perro se lleve bien con un gato

Origen del mito: cultura pop, cine y creencias populares

Todo esto de que perros y gatos se odian viene de lejos. ¿Has visto los Looney Tunes, Tom y Jerry o alguna peli donde el perro persigue al gato sin descanso? Pues ahí empezó todo.

Durante décadas, se ha exagerado ese enfrentamiento para hacernos reír o para simplificar comportamientos que, en realidad, son mucho más complejos.

Pero en el día a día, no tiene por qué ser así. Hay miles de familias con ambos peludos en casa, conviviendo como auténticos compis.

Instintos naturales de ambas especies

Ahora, vamos con lo que sí tiene algo de base: los instintos naturales.

Los perros son sociales, territoriales y tienden a perseguir lo que se mueve rápido (sí, como un gato corriendo por el pasillo).

Y los gatos, que son más independientes y desconfiados de entrada, reaccionan con estrés o miedo si un perro se les lanza encima sin presentaciones.

Pero ojo, eso no significa que estén condenados al odio eterno. Solo hay que entender que su forma de comunicarse es distinta y echarles una mano para que se entiendan.

Casos reales: lo que pasa cuando se hace bien

Te cuento algo que veo a diario: cuando haces las cosas bien, el resultado es brutal.

Perros y gatos que duermen juntos, se lamen, se respetan y hasta juegan. La clave está en cómo haces las presentaciones, si respetas sus tiempos y creas un ambiente tranquilo.

En Corralet, muchas de nuestras familias compran un cachorro y poco después incorporan un gato (o al revés), y la convivencia es un éxito.

Si lo gestionas desde el respeto y con cabeza, no hay ninguna razón para que no puedan ser los mejores compañeros.

contacto

La clave está en la presentación inicial

Cuando se habla de perros y gatos viviendo bajo el mismo techo, lo que haces en los primeros días puede marcar toda la relación.

Una presentación mal hecha puede generar tensión o miedo innecesario, pero si lo haces bien, pueden acabar siendo un equipo de peli de Pixar.

Aquí va cómo hacerlo sin que se te vaya de las manos.

Cómo presentar un perro a un gato con éxito

No hay una fórmula mágica, pero sí pasos que funcionan. La clave está en el control, la paciencia y entender que ni perros ni gatos nacen odiándose:

Pasos básicos para presentarlos bien:

  • Separa al principio: usa habitaciones distintas los primeros días.
  • Permite que se huelan: puedes frotar una toalla con cada uno y dejarla en el espacio del otro.
  • Primeras interacciones con correa: el perro debe estar controlado, el gato debe tener siempre salida.
  • Premia los buenos comportamientos: si el perro se muestra tranquilo o el gato curioso sin tensión, toca premio.
  • Evita gritos y sustos: asocia la presencia del otro con momentos tranquilos, nunca con estrés.

Etapas de adaptación: tiempo, espacio y rutinas

Cada animal lleva su ritmo, así que no hay que correr. Forzar solo trae rechazo.

Apuesta por crear un ambiente tranquilo y estable, con rutinas claras que les den seguridad:

Claves para facilitar la adaptación:

  • Horarios marcados para comidas, juegos y paseos.
  • Zonas de descanso separadas para que no se molesten.
  • Arenero lejos del comedero y fuera del alcance del perro.
  • Espacios en vertical para el gato (estanterías, árboles para gatos).
  • Supervisión constante las primeras semanas.

Recuerda: perros y gatos pueden convivir perfectamente si tú pones orden desde el principio.

gatos y perros

Señales de que la cosa va por buen camino

Al principio puede parecer que van a pelearse a muerte, pero si te fijas bien, hay señales que indican que se están entendiendo.

No busques que se quieran apasionadamente desde el día uno, abandona las expectativas de humano y fíjate en esto:

Indicadores de progreso:

  • Se ignoran sin tensión.
  • Duermen cerca, aunque no juntos.
  • Se huelen sin bufidos ni gruñidos.
  • Comen tranquilos en presencia del otro.
  • El gato no se esconde todo el rato.
  • El perro no se pone como loco cada vez que ve al gato.

Cuando estas cosas empiezan a pasar, vas por el buen camino.

¡Ya sabes! La convivencia entre perros y gatos no es una lotería, es cuestión de cómo tú manejas el encuentro.

Convivencia perro y gato según la personalidad

Una de las dudas más comunes cuando alguien quiere juntar en casa a un perro y un gato es si se van a llevar bien o no.

Y la respuesta no está tanto en si son especies diferentes, sino en cómo es cada uno.

Lo más importante a la hora de pensar en su convivencia es la personalidad individual de cada animal.

No es lo mismo un perro tranquilo que ha vivido siempre con otros animales, que uno nervioso y reactivo.

Tampoco es igual un gato que ha crecido rodeado de estímulos, que otro que se ha criado en soledad y necesita su espacio sí o sí.

Por eso, antes de juntarles, conviene observarlos, conocer sus reacciones y tener claro qué tipo de relación estás intentando construir.

Hay parejas de perros y gatos que se entienden desde el minuto uno, y otras que necesitan semanas (o meses) para aprender a convivir sin roces.

Y es totalmente normal. Lo importante es que tú tengas las herramientas para ayudarles a adaptarse sin presionar ni forzar nada.

Con un poco de paciencia y conociendo bien su lenguaje, se puede conseguir una convivencia sana, equilibrada y sin dramas.

criadero perros y gatos

No es cuestión de especie, sino de carácter

Esto es clave. Mucha gente se piensa que por ser un perro o un gato, ya vienen con un manual de instrucciones universal.

Pero no, la realidad es que la relación entre perros y gatos depende muchísimo de cómo sea cada uno.

Hay gatos que son más sociables que algunos perros, y al revés.

He conocido perros que no soportan que nadie invada su espacio y gatos que lo único que quieren es dormir pegados a un colega peludo.

Así que, más que fijarte en si es felino o canino, lo que tienes que observar es si tu compi peludo es inseguro, dominante, juguetón, o un vago con patas.

Porque eso sí que marcará si la cosa fluye o si tienes dos fieras listas para montarse una batalla campal en el salón.

Instagram feed

Perros tranquilos vs. gatos dominantes (y viceversa)

Aquí viene la salsa. El combo perro tranquilo con gato dominante puede salir muy bien… o regular tirando a mal, depende de cómo lo gestiones.

Si el perro es de esos que todo le da igual y el gato se cree el dueño del sofá, puede haber respeto mutuo sin dramas.

Pero si el gato empieza a ponerse farruco y el perro no se siente seguro, puede que un día le devuelva el gesto. Y ahí, cuidadito.

Lo mismo pasa al revés. Si tienes un perro muy activo, tipo “voy a por todas”, y el gato es más bien tímido, lo puede pasar mal al principio.

No es que se odien, es que no se entienden. Hay que enseñarles a convivir, a respetarse, y sobre todo, a no agobiarse.

Y ojo: esto no es algo que se resuelva en una tarde. Es un proceso. Pero con paciencia, refuerzos positivos y tu ayuda como humano con dos dedos de frente, se pueden llegar a tolerar. Incluso llevarse bien.

Cómo leer las señales entre perros y gatos para evitar conflictos

Si hay algo que repito a diario cuando asesoro familias es esto: aprende a leer el lenguaje de tus animales.

No hace falta ser César Millán, pero sí saber cuándo uno de los dos está incómodo.

En el caso del perro, si ves que bosteza mucho, gira la cabeza o se queda parado como una estatua cuando el gato se le acerca, te está diciendo: “me estás molestando”.

Y el gato, si te suelta ese típico bufido o se le eriza el lomo, está dejando claro que no está para juegos.

La clave aquí es intervenir antes de que el lío estalle. Si ves tensión, separa.

Si ves miradas fijas o acechos, corta la situación. No esperes a que se saquen las uñas o se suelten un gruñido.

Porque aunque no lo creas, perros y gatos pueden ser muy sutiles avisando… hasta que dejan de serlo.

Ah, y no te olvides de reforzar lo bueno. Cuando se ignoran sin drama, cuando comparten espacio sin malas caras, dale premios, caricias, fiesta.

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