consecuencias pegar perro
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¿Cuáles son las consecuencias de castigar a un perro?

No todo el mundo sabe como castigar a un perro, como minimizar ciertas actitudes que, sí es cierto, pueden ser molestas y que deben ser corregidas en aras de la convivencia.

Desgraciadamente, demasiadas personas utilizan el castigo físico creyendo que es la mejor manera de educar a su perro.
Y los resultados son desastrosos.

Lo pudimos comprobar con Susto, un precioso perrito de pelo negro y que nada más llegar a casa de su nuevo dueño, Manuel, mostró su carácter divertido y juguetón.

Susto tenía una mirada inteligente pero también una energía inagotable. Su comportamiento era el lógico en un pequeño cachorro: mordía las patas de los muebles, escarbaba en el jardín, ladraba a todo aquello que se movía y no estaba quieto cuando salía de paseo.

Nada extraño en un cachorro que empieza a conocer el mundo.

Pero Manuel estaba contrariado con esa actitud. Y recurrió al castigo físico.

Todavía pensaba que con gritos, golpes, estirones violentos de correa, su perro le iba a entender, que conseguiría poner fin a esas actitudes que tanto le molestaban.

Lamentablemente, Manuel todavía estaba anclado en otras épocas.

Un cambio… a peor

Porque Susto no aprendió nada de nada. Jamás entendió lo que su amo quería de él. Los castigos físicos nunca son una buena opción, máxime cuando se aplican a destiempo.

El cambio fue, efectivamente, a peor. De ser un perro simpático y juguetón a mostrar signos de auténtico terror y ansiedad.
Se escondía. Cuando Manuel llegaba a casa, buscaba su rincón. Nada de esperarle en la puerta y mover la cola. Quería pasar desapercibido.

Si Manuel levantaba la mano para coger un objeto de un armario, Susto salía corriendo. El hogar de Susto estaba lleno de tensión.
La convivencia era imposible.

La intervención de María

La solución llegó gracias a María, una de las vecinas de Manuel que, en un encuentro casual con Manuel y su perro en la calle, observó el gesto apagado de Susto.

María había tenido muchas experiencias en la cría de perros y gatos. Se había interesado y formado y conocía perfectamente qué significaba ese gesto del Schnauzer.

Susto estaba siendo maltratado. No era feliz.

No lo dudó ni un instante. Se acercó a Manuel y le dijo inmediatamente lo que creía que estaba pasando.

Manuel la escuchó. Las explicaciones de María estaban siendo convincentes, llenas de lógica.

El inicial escepticismo de Manuel se convirtió en interés. Poco a poco Manuel se fue dando cuenta de que sus castigos, su manera de educarle, estaba condenada al fracaso.

¿Había solución todavía?, preguntó Manuel.

Por supuesto que sí, dijo inmediatamente María.

Le habló de un educador canino profesional que podría revertir la situación.

Podría hacer que Susto recobrara la alegría mientras aprendía las normas básicas para que la convivencia entre ambos fuera la idónea.

No fue fácil

No. No fue nada fácil. Javier, el adiestrador, decidió que la mejor manera era acudir a casa de Manuel para iniciar el entrenamiento. Tenía que darles clases a los dos.

Al dueño le enseño que, antes que un castigo físico, era más importante recompensar el buen comportamiento de Susto. ¿Cómo? Con golosinas, con elogios, con juegos.

Javier le explicó a Manuel que, como los humanos, los perros aprenden mucho mejor si se crían en un ambiente de amor y respeto.

Fue un proceso lento. Pero se consiguió. Se empezaron a ver cambios positivos hasta que un día…

Susto se acercó a Manuel moviendo la cola. Javier estaba presente. Todo indicaba que el éxito estaba a la vuelta de la esquina.
Pasaron unas semanas más y el cambio se había consumado. El gesto de Susto ya no era el del perro huidizo y triste. Volvió su sonrisa, volvió a estar alegre.

Pero no solo se produjo un cambio en Susto. La experiencia también transformó a Manuel, que aprendió que los castigos físicos no pueden sustituir de ninguna manera al amor, el cariño y la paciencia.

¿Cómo castigar a un perro?

Desde luego que nunca físicamente. Existen dos tipos de castigo:

  • Castigo positivo: Si la mascota realiza algo que no nos gusta le aplicamos un estímulo desagradable como puede ser un golpe o un grito. O activar un collar de impulsos eléctricos.
  • Castigo negativo: Si la mascota realiza algo que no nos gusta se le retira un estímulo que para ella es agradable. Esto puede ser quitarle la comida o reducir su tiempo de paseo.

Como has podido observar hay dos manera de castigar a un perro pero lo que hay que hacer es aplicar el castigo negativo, jamás el positivo.

Porque si aplicas el castigo positivo las consecuencias serán las mismas que has visto en el protagonista de nuestra historia: miedos, inseguridades. O, lo que incluso puede ser peor, conductas agresivas que harán imposible la convivencia.

¿Puedo educar a mi perro sin utilizar castigos?

Por supuesto que sí. Hables con el profesional que hables te dirá que no solo es que puedas, es que debes educar a tu perro sin utilizar castigos físicos.

No utilices jamás métodos que puedan dañarle física o emocionalmente.

Corregir algunas de las conductas de los perros –lo cual es lógico para lograr la mejor convivencia– se debe hacer a través de determinados ejercicios y técnicas.

Lo que te aconsejamos, tal y como hizo Manuel aconsejado a su vez por su vecina María, es acudir a un profesional del adiestramiento.

El tiempo que vas a invertir en su educación lo vas a disfrutar. Te lo aseguramos.

Lo que debes tener meridianamente claro es que un perro no va a entender jamás por qué se le pega. No entiendo el castigo físico y lo único que puede conllevar es un cambio en su carácter.

Repetimos: Cambios en su carácter que pueden llevarle a la ansiedad y la depresión, pero también a conductas agresivas con todo el mundo.

A tu mejor amigo jamás le pegarías, ¿verdad? Pues es una cosa que debes tener en cuenta cuando compres o adoptes un perro.

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